La Cultura, en su sentido más genérico, está integrada por grandes eventos no cotidianos que tienen su origen en la vida cotidiana, los cuales solo pueden ser comprendidos volviendo a ella. Lo cotidiano representa la suma de actividades que un grupo social realiza diariamente, sus quehaceres, sus oficios, sus acciones y su devenir, los cuales expresan una experiencia social en movimiento [3].

La vida cotidiana no está fuera de la historia, sino que es el centro del acaecer histórico, su verdadera sustancia social. Todo evento histórico se transforma en eventos particulares y es reconocible históricamente por su efecto sobre la cotidianidad. Lo cotidiano envuelve el tejido infinito de los hechos diarios que conforman el devenir social como partículas de un todo. Esta dimensión de la vida social está contenida en diversidad de actos diarios y rutinarios, en formas de experiencia y conducta socializada cuya ocurrencia repetitiva puede transformarse en lo tradicional. Por estas razones, la vida cotidiana genera usos consuetudinarios que pueden convertirse en freno o estimulación del avance social. La actividad cotidiana de una comunidad puede ser percibida como un modo de trabajo, la manera como un colectivo desarrolla su relación con los medios de trabajo, su organización para producir y reproducir la vida biológica, cultural, social y económica, sus modos particulares de hacer en relación con la sociedad regional o nacional. [4].

Los Museos Comunitarios intentan legitimar la cotidianidad, recuperando los modelos de representación de la vida de los colectivos en sus diferentes dimensiones: la historia social de los barrios, vía la investigación documental o las historias orales, los cambios culturales, las tensiones sociales, las relaciones de dominación y la inserción del barrio en el contexto urbano regional, los saberes y el conocimiento tecnológico popular, la iconografía y el simbolismo en la representación de la comunidad, la música, la ecología de la comunidad y del ambiente, la arquitectura y el urbanismo vernáculo, los sistemas de producción, cambio y consumo dentro de la comunidad, etc. En el ámbito expositivo, los museos comunitarios tienen como finalidad traducir esas experiencias de la cotidianidad en una narración visual y textual que permita a los colectivos reconocer su propia historia, al mismo tiempo que descubrir nuevas interconexiones y afiliaciones con las de otros colectivos que integran la sociedad venezolana.

El Museo de Ciencias, según el proyecto en estudio, debe promover visiones orgánicas de la vida cotidiana en las comunidades de su región como contribución a la forja de la nueva ciudadanía, trabajando de manera organizada con las diversas misiones. Reconocer y legitimar la cultura como una creación cotidiana de los colectivos, es parte de una nueva teoría sobre la sociedad venezolana. La estrategia para dotar a la nueva ciudadanía de un sistema de valores sobre La Nación, sobre sus contenidos de diversidad y unidad cultural, debe partir de la constitución una red de museos donde el Museo de Ciencias, que tiene los recursos del Estado, puntualice y desarrolle los contenidos de los procesos históricos, culturales, científicos y tecnológicos que tienen que ver con los eventos históricos mayores, comunicándose de manera transversal con los colectivos a través de los museos comunitarios, donde se resume y legitima la vida cotidiana de la cual se nutre la gran historia, la memoria histórica del pueblo venezolano.

La la Revolución Bolivariana se ha consolidado en la económico y en lo político porque marcha con el pueblo y para el pueblo. En lo cultural, es preciso consolidar la memoria histórica, crear conciencia objetiva sobre nuestra existencia irreversible como pueblo soberano. Para lograr este objetivo es preciso erradicar definitivamente la ideología puntofijista de la cultura como negocio, romper la hegemonía que ha servido para promover el bienestar de unos pocos y abrir las compuertas ideológicas que han mantenido la cultura de las mayorías venezolanas -por siglos- en un limbo histórico y social.

Mario Sanoja Obediente
Doctor en antropología, profesor titular UCV, investigador nacional nivel IV Conacit, individuo de número de la Academia Nacional de la Historia.